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A un año del confinamiento, repasamos los hechos que nos llevaron hasta aquí, los cambios de hábitos que adoptamos y cómo todo esto nos influye en nuestra salud mental.
Repasemos los hechos; Parece muy lejano cuándo hablamos del inicio del confinamiento allá por marzo del 2020. Confinamiento que, en ese entonces, era estricto.. “Quedate en casa y solo salí si es necesario” escuchábamos en los noticieros. Para entonces, solo se sabía muy poco acerca del COVID 19. Para septiembre del 2020, comenzamos a adoptar un nuevo hábito que persiste hasta el día de hoy: el barbijo. El barbijo ya es una prenda infaltable en nuestro día a día.
Con la primavera llegó la apertura de bares y restaurantes al aire libre. Eso nos permitió poder volver a vernos con nuestros afectos. Para nuestra salud mental esto fue súper necesario y beneficioso.
En diciembre de 2020, es cuándo por fin llegan las tan anheladas vacunas.
En enero 2021 comienza la campaña de vacunación y con ella la ilusión de volver a la llamada “vieja normalidad”
¿Qué pasa con el correlato emocional de estos hechos?
Cuando hablamos de una pandemia hablamos básicamente de una catástrofe (Se habla de catástrofe porque es un evento que irrumpe, altera y afecta a la salud física y emocional de la población global) en nosotros se rompe el equilibrio y sentimos que estamos empezando a perder el control de lo que podemos hacer con eso, esto nos provoca estrés y nos trae miedos (miedo a contagiarnos, enfermarnos, perder el empleo, etc).
¿Por qué se rompe el equilibrio?
Se rompe el equilibrio porque estamos hablando de un escenario imprevisible, de un contexto de incertidumbre en el cual nos movemos, donde irrumpe un evento desconocido y por ello empezamos a sentir que perdemos el control, elevando nuestro nivel de ansiedad.
¿Qué nos pasa hoy en el 2021?
Hoy adoptamos nuevos estilos de vida, nuevos hábitos, realizamos actividades en un nuevo contexto. Sin embargo la incertidumbre sigue presente ya que luego de muchos meses de confinamiento, cuándo estábamos acomodándonos a una “nueva normalidad” volvieron a subir los casos y volvimos a confinarnos en nuestras casas. Esto nos genera una sensación de hastío, desesperanza, la ansiedad vuelve a subir y se provoca la llamada “fatiga pandémica”
La fatiga pandémica es una sensación de apatía, desmotivación y agotamiento mental que pueden sufrir las personas. Este tipo de fatiga está afectando la salud mental de millones de personas en el mundo.
Su impacto emocional y efectos psicosociales se determinan por la combinación duración, alcance y de la intensidad del desastre.
¿Cuáles son sus efectos?
Primeramente hay que decir que la pandemia nos afecta a todos, en mayor o menor medida; esto va a depender de los recursos personales, de la red de contención, de la red de apoyo que cada uno de nosotros tenga, pero en definitiva nos afecta a absolutamente todos.
También agregar que son respuestas a problemas REALES, no son estados mentales o preocupaciones que uno puede tener por algo que no sucede o no sucedió, son problemas reales, por ejemplo la exposición al contagio nos puede traer miedo, ansiedad, el aislamiento, depresión, ira, descuido, malnutrición, consumo excesivo de alcohol / sustancias, la pérdida ingresos nos puede traer estrés, ansiedad, miedo, depresión, que algún familiar se contagie nos puede generar culpa, depresión, estrés y la convivencia intensa puede ocasionar conflictos, ira, maltrato.
“Se estima que luego de un desastre, entre una tercera parte y la mitad de la población expuesta (según la magnitud del evento y otros factores) sufrirá algún tipo de manifestación psicológica;
Pero no todas pueden calificarse como patológicas, la gran mayoría debe entenderse como reacciones normales ante situaciones de gran significación o impacto” Organización Mundial de la Salud.
Es decir, es normal sentir manifestaciones psicológicas porque estamos hablando de problemas reales de gran magnitud y de gran impacto en una pandemia, pero debemos diferenciar lo normal de lo patológico y ver realmente si es todo lo mismo.
¿Cómo diferenciarlos?
Estrés: respuesta adaptativa a una situación concreta. Se genera en el presente. Tiene final cuando termina la situación estresante
Ansiedad: respuesta adaptativa a una situación concreta, cuyo origen es más difícil de detectar. Se genera en una situación mantenida en el tiempo. No encuentra final.
Miedo: es un conjunto de respuestas emocionales organizadas a situaciones estresantes concretas. Nos prepara para estar alertas.Nos moviliza a tomar precauciones.
Pánico: forma extrema de miedo.El estímulo no está presente.Pensamientos distorsionados. Respuestas desproporcionadas y descontroladas. Nos lleva a conductas inadecuadas: consumos, aislamiento, insomnio.
Tristeza: es una emoción.Es ocasional y tiene una duración determinada.En general se puede identificar la causa. No suele acompañarse de otros síntomas.No es paralizante
Depresión: trastorno del estado de ánimo.Dura más de dos semanas.Es difícil identificar la causa.Angustia, apatía, abulia, pensamientos obsesivos y negativos, hasta de muerte.Es paralizante
La clave para una temprana detección es prestarnos mucha atención. Si los síntomas son recurrentes, si te sentís hiperexcitado, agitado, irritable,no te podes concentrar, no podes dormir, tenes pensamientos negativos todo el tiempo, pesadillas, juegos traumáticos, sentís confusión, pérdida de noción del tiempo y el espacio o evitas el contacto con otras personas, ¡Busca ayuda profesional! No siempre podemos con todo y eso está bien, es normal y sano. ¡No tenemos que ser súper héroes! La atención temprana y oportuna para la protección de la Salud Mental ayuda a reducir el riesgo de que estas conductas, que son normales y esperables en incidentes críticos, se cronifiquen y se conviertan en patológicas.
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