Trabajo en Recursos Humanos desde hace muchos años y vi muchas veces cambios y transformaciones del área y de nuestro rol. De hecho, hasta el nombre del área se fue reconvirtiendo, aunque aún se la pueda identificar como RR. HH, creo que área de People / Personas es el nombre que más se adapta en la actualidad. Esto me lleva a pensar que si hablamos de personas debemos considerarlas con todo lo que ello implica, no son solo trabajadores. La pandemia nos viene dejando muchas cosas e hizo visibles muchas otras. En este sentido, considero importante estar alerta a las emociones y a los estados de ánimo, tanto propios como de quienes nos rodean. Para ello es fundamental, también, diferenciar las emociones de los estados de ánimo. Cuando estudié Liderazgo a través del Coaching, pude leer a Rafael Echeverría, quien dice que las emociones son específicas y surgen ante un acontecimiento que las precede. Por ejemplo, ante un nacimiento podemos vivir cierta emocionalidad, que puede ser alegría, ternura o gratitud; en cambio cuando fallece alguien cercano, podemos experimentar tristeza, miedo o enojo. Los estados de ánimo, en cambio, no son antecedidos por un acontecimiento determinado y muchas veces nos damos cuenta una vez que estamos inmersos en ellos. A su vez en ocasiones, si las emociones permanecen demasiado tiempo pueden convertirse en estados de ánimos, por ejemplo, cuando conocemos a alguien y nos enamoramos. Podríamos decir que las emociones nos abren un abanico de posibles escenarios que imaginamos pueden darse, mientras que los estados de ánimo condicionan nuestro accionar. Ahora bien, muchas veces en las organizaciones parecemos olvidarnos de que quienes trabajan en ella tienen emociones y ciertos estados de ánimo que los determinan. Y, a la hora de tomar ciertas decisiones, de establecer ciertas políticas o formas de trabajo, se suele olvidar esta situación. Quiero decir, que es importante poder hacer una evaluación de cómo puede estar influenciando la pandemia a las personas que trabajan en nuestras organizaciones. Seguramente vamos a encontrar ciertas emociones o ciertos estados de ánimo que los marcaron. Al momento de tomar decisiones, por ejemplo, sobre posibles formas de trabajo, si se volverá a la presencialidad, si se seguirá home office, si será un esquema mixto, tenemos que hacer una evaluación que va más allá de lo que “suponemos es mejor”. Habrá quienes estén esperando volver a la oficina y quienes no quieran hacerlo. Pero me refiero a esto más allá de un concepto o forma de trabajo que se haya instaurado por obligación por la pandemia, sino a que puede haber personas que estén esperando volver a la oficina porque el ambiente en el hogar no es adecuado para trabajar, porque viven tristeza o miedo o porque tanto encierro pudo haber provocado cierto estado de ánimo que los lleva a querer salir. O quizás quienes sientan que no quieren volver a la oficina porque salir de su espacio les genera miedo, incertidumbre o frustración. Teniendo en cuenta algunas situaciones puntuales que pueden darse en las personas, podremos tomar mejores decisiones que afectarán positivamente en la productividad en el trabajo. En algunos casos, podremos ver que habrá personas que necesiten hacer una transición entre pandemia y post pandemia. En este sentido mencionaba al comienzo que es importante detectar también nuestras propias emociones o estados de ánimos. Es común que quienes trabajamos en el área de Personas estemos atentos a los demás y no a nosotros mismos. Y si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?; como dice el dicho, “para ayudar a otros primero hay que ocuparse de sí mismo”. A su vez, estar atentos a estas consideraciones hará nuestras organizaciones más humanas e influirá también directamente en si es un lugar donde las personas eligen trabajar, al igual que atraerá a quienes estén alineados con esta forma de trabajo. Espero sus comentarios de qué tan de acuerdo están con que las emociones son importantes en las organizaciones
... View more