El mundo está cambiando en muchos aspectos, uno de ellos es el rol que hombres y mujeres despliegan en el mundo laboral, producto de una transformación que en los últimos años se está dando en el ámbito social. En occidente estamos viviendo (y promoviendo) un contexto de equidad e inclusión en general, que también abarca la vida corporativa.
En lo que se refiere a equidad de género e inclusión de las mujeres en el escenario laboral, hubo un cambio de paradigma. Hoy, las organizaciones deben cambiar su mentalidad y pensar que las mujeres pueden estar perfectamente preparadas para ocupar lugares que antes eran reservados a los hombres; las habilidades y capacidades requeridas en cada puesto no dependen del género del postulante.
Actualmente, es más común ver mujeres desempeñándose en puestos de liderazgo, e incluso cubriendo ciertos perfiles para los que -hasta hace poco- no se pensaba en ellas (conducir un camión, custodiar personas y valores, trabajar en fábricas y rubros que requieren fuerza física, etc.).
Según los resultados de la investigación “Women in Business” (2022) realizada por Grant Thornton a nivel global, “las mujeres ahora ocupan el 32 % de los principales puestos de liderazgo, frente al 31 % en 2021.
Estos incluyen funciones de directora ejecutiva y directora general, directora de finanzas, directora de información, directora de operaciones, directora de marketing y directora de recursos humanos. El aumento continúa el crecimiento lineal trazado en los últimos años. En la última década, hemos visto crecer la proporción de mujeres líderes en 11 puntos porcentuales, frente al 21% en 2012”. (https://www.grantthornton.es/en/insights/women-in-business/women-in-business-2022/)
Se trata de un contexto diferente que abarca también un cambio semántico, una resignificación de lo que decimos, y nuevos hábitos relacionales en todos los ámbitos, incluido el laboral.
Estamos protagonizando un cambio de época que nos exige un “reseteo”, y esto hace que en algunos momentos nos sintamos descolocados -y hasta incómodos- ante ciertas situaciones que se van instalando en una dinámica diferente a la que estábamos acostumbrados. Hay chistes “viejos” que ya no causan gracia, estereotipos del pasado que ya no son tales.
Hombres y mujeres nos encontramos cumpliendo otros roles sociales; y los más “aturdidos” son los hombres. Los hombres están en pleno cambio de “mindset”, reacomodándose a nuevas reglas. Hay que destacar que, si en una familia, ambos géneros van a ser “proveedores” de recursos económicos y generadores de bienestar, pues entonces ahora los hombres también tendrán más tiempo para disfrutar y comenzar a ver las cosas desde otro ángulo: licencias por paternidad, necesidad de desarrollar habilidades blandas que antes no eran tan requeridas, no sentirse intimidado y entender que un jefe mujer puede tener tantas (o más) capacidades que un jefe hombre, etc.
En el ámbito laboral, los hombres se encuentran en una etapa de “deconstrucción” de viejos parámetros y construcción de nuevas bases para una mejor convivencia y mayor colaboración entre géneros, tomando lo mejor de las dos “visiones” ante cada desafío que se presente en el trabajo.
En este nuevo entorno, RH tiene la misión de impulsar nuevas formas de interacción, promocionar nuevos términos y significados, de modo de lograr equipos que trabajen en armonía y confianza. Hombres y mujeres deben percibirse “aliados” en el cumplimiento de los objetivos del negocio, trabajando “codo a codo”, aportando cada uno su visión, para concebir soluciones diferentes e innovadoras.
Teniendo en cuenta que el engagement es clave para lograr buenos resultados de negocios, RH tiene el desafío de entender cómo motivar a todos en una cultura de equidad y promover el trabajo intergénero para forjar equipos más creativos, abiertos e inclusivos.
Relacionarse desde la empatía, el entendimiento y la colaboración es el camino para prosperar profesionalmente tanto hombres como mujeres, en equilibrio y armonía, complementándose, ayudándose, y logrando resultados trascendentes que contribuyan a los beneficios de la organización, al crecimiento socioeconómico de las personas y, en última instancia, al desarrollo de la sociedad.
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